Hay personas que son más especiales de lo que se considera por
especial. Se ha criado entre serpientes. Después las ha cabalgado. Es un acompañante perfecto para aventuras. Siempre te tiende la mano. Es la perfecta sombra para recorrer y perderse por las calles de (la) noche con una botella de algo en la mano. Tiene la mirada más desafiante y la sonrisa más irresistible para salir a dejarse llevar en vez de ser cuerdo y responsable. Tiene una lengua de víbora que rompe cualquier cristal de fotomatón. Y cada segundo es emocionante y trepidante. A su lado siempre se puede llegar un poco más lejos. Tiene un humor ácido que te convierte en su cómplice. Es como un cactus. Es cínico con la humanidad. Es nihilista, es pura dinamita. Lleva al diablo dentro. Y sus besos arden. Es cada una de las burbujas de todo el champán del mundo.
Es el único que se acercará a mi mesa, me preguntará si bailo y daremos vueltas por la pista vacía. Yo le miraré sonriendo con una expresión cansada. Será en cualquier fiesta una noche cualquiera.
Y dicho esto, me quiero ir a vivir con él al desierto. A ser X juntos.
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